Alias
Enredos de Familia
por Sílvia Colominas
Antes de crear la isla desierta más habitada de la televisión y de traspasar el umbral a la pantalla grande con una Misión Imposible de cine, J.J.Abrams experimentó con el mundo del espionaje más salvaje con su folletinesca serie Alias. Ésta bien podría haberse llamado Enredos de Familia (Family Ties) aquella comedia familiar protagonizada por un jovencísimo Michael J.Fox en los 80 o Cosas de casa (Family Matters), aquella sitcom insufrible cuyo reparto afroamericano encabezaba uno de los primeros frikkies de la mal llamada caja tonta, Steve Urkel (Jaleel White) que los programadores insisten incomprensiblemente en resucitar una y otra vez emitiéndola en sus cadenas (1). Porque Alias a lo largo de sus 5 temporadas y un total de 105 episodios, retrata el complicado e indescifrable árbol genealógico (2) de su heroína, Sydney Bristow (Jennifer Garner), un árbol lleno de cortocircuitos y ramas enredadas en el que se cuestiona la naturaleza e identidad de la figura paterna, la madre muerta resucita y dos veces, el malvado jefe resulta ser el amante de la madre y padre de una hermanastra que, a su vez, es “El Pasajero”, en este caso “La Pasajera”, de una “Profecía” que marca el destino de todos, incluida la propia protagonista que es reconocida como “La Elegida”.
Con este maquiavélico y confuso entramado argumental lleno de constantes dudas, enigmas, resucitaciones, misiones, falsas apariencias, giros insospechados, medio hermanos, amigos clonados y suplantados, dobles identidades y enredos familiares se hace evidente lo retorcida y brillante que puede ser la mente de un equipo de guionistas en algunos momentos pero también lo perdida que puede llegar a estar en otros anteponiendo el alargar una historia que cada vez tiene menos sentido con la consecuente agonía para el espectador a rematar un globo que ya estaba demasiado inflado antes de que explotase en la cara de alguien.
Para muchas personas Alias parte en su primera temporada como un “plagio” o versión norteamericana de una anterior serie de espías La Femme Nikita de Joel Surnow y Robert Cochran originando muchas “reminiscencias proustianas”, aunque por aquello de que cada pie, aunque sea del mismo número, deja su propia huella, debamos reconocer que en un determinado momento Alias inicia su propia andadura y crea su propia leyenda y mitología que la hace merecedora de muchos elogios (3). No en vano el género de espionaje no es exclusiva de ninguna serie televisiva y tanto LFN como Alias pueden leerse como versiones de las clásicas El agente de C.I.P.O.L (The Man from U.N.C.L.E) o Misión Imposible (Mission: Impossible) entre otras (4). Además, la gracia de Alias no radica en ser fiel a un género sino en ser un buen ejemplo de un híbrido que podríamos denominar “espionaje culebronero/folletinesco” o “spy- (soap) opera” si estos términos existiesen.
Ambas series tienen como protagonista a una chica hermosa y atlética, en un caso la rubísima Nikita (Peta Wilson) y en otro la morena Sydney, que trabaja como espía en una organización secreta, la Sección 1 y el SD-6 respectivamente, que cree pertenece al gobierno para salvar al mundo de posibles ataques terroristas. En ambas series su femme fatale protagonista luce un amplio abanico de exóticos modelitos y pelucas imposibles según las distintas misiones que siempre ejecuta con éxito. Y en ambas series su protagonista está atrapada en la intersección de mundos e intereses enfrentados. La rubia porque ha sido reclutada en contra de su voluntad y falsamente acusada de asesinato, y la morena porque, aunque reclutada voluntariamente, ve traicionada su confianza al descubrir que el SD-6 no sólo no es una agencia gubernamental sino que ha ejecutado a su prometido para proteger el secreto de su existencia. Tanto Nikita como Sydney adoptan la destrucción de las respectivas agencias donde trabajan como su principal misión, una misión MUY PERSONAL, para cuya exitosa ejecución terminan sumergiéndose –y casi ahogándose- en una confusa espiral en la que se difuminan todas las fronteras y conceptos, nadie es quien dice ser, ningún lugar está donde parece estar, prevalece la ley de lo relativo y ni siquiera puede fiarse uno de su propio instinto porque el recurrente trabajo de agente doble o triple confunde a cualquiera, incluso a uno mismo y se corre el riesgo de perder la propia identidad y memoria. A este juego de identidades disfrazadas y mascaradas en general se refiere el propio título de la serie y algunos títulos de episodios como “Mascaradas” (“Masquerades”, 1.18).
Pero no nos equivoquemos, estas evidentes semejanzas no son imprescindiblemente una prueba de falta de ideas y de originalidad por parte de J.J.Abrams y su equipo, sino una muestra más de la existencia del inconsciente colectivo y de que todas las historias jamás contadas, aunque sea desde orígenes lo más distantes posible, terminan teniendo un mismo mensaje. En Alias el realmente ambiguo Arvin Sloane (Ron Rifkin) cree que este mensaje casi divino es el enigma que fue descifrado y posteriormente codificado por el visionario Milo Rambaldi, una especie de Nostradamus del s.XV, y trata de coleccionar todas las piezas para construir el rompecabezas y dominar el mundo con su secreto.
Toda la serie puede interpretarse como una búsqueda arqueológica propia de Indiana Jones en busca del arca perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981) cuyo complejo desarrollo trataremos de dilucidar a continuación tomando, en ocasiones, las visionarias teorías de otro Nostradamus igual de exótico como fue el mitólogo Joseph Campbell. Para entender el desarrollo de las cinco temporadas que conforman Alias iremos paso a paso parándonos en cada una de ellas, aunque incluso así adelantamos que nuestra misión de entender la esencia de la serie tendrá bastantes obstáculos y será fácil confundirse, quizá porque, como dirían los dirigentes de la Sección 1, los datos del perfil no están del todo claros… De ello parecen ser conscientes los propios guionistas creando episodios clara y puramente explicativos como “Pregunta y respuesta” (“Q&A”, 1.17) que son de agradecer aunque se les ve el plumero.
En Alias J.J.Abrams sigue optando por el protagonismo del universo femenino como hiciera anteriormente en Felicity (Felicity), un melodrama universitario que narraba las desventuras amorosas de la dulce y un tanto cursi Felicity Porter (Keri Russell) y donde, por cierto, a modo de anécdota, Jennifer Garner interpretó a la novia de Noel Crane (Scott Foley) quien en la vida real era su marido. Pero en Alias hay un claro cambio de registro y aunque su protagonista es una chica bonita y buena estudiante como Felicity su fragilidad es sólo aparente puesto que, cuando es necesario, Sydney se convierte en una bad girl de lo más guerrera.
Sydney Bristow es una estudiante universitaria que, como cualquier heroína que se precie, lleva una doble vida puesto que aparenta trabajar en un banco cuando en realidad trabaja en el SD-6, según cree ella una agencia secreta de la C.I.A. que protege el mundo de desastres diversos. Sydney es huérfana de madre y no tiene demasiada buena relación con Jack Bristow (Victor Garber) su padre. Así que su familia se reduce principalmente a sus dos mejores amigos, Francie (Merrin Dungey), personaje interpretado por una actriz que parece condenada a ser la eterna mejor amiga de la protagonista puesto que en Summerland lo es de Ava (Lori Laughlin) siliconada desde sus tiempos como la simpática Becky de Padres Forzosos (Full House) o la escurridiza Toni de Una admiradora secreta (Secret Admirer, 1985) y Will (Bradley Cooper) un periodista guaperas con cierto aire surfista a quien Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) se ligaba en su época de ¿soltera y fabulosa?. Los seguidores de National Geographic también reconocerán a Cooper por sus aventuras documentadas en parajes como Alaska. Aparte de estos dos amigos Sydney tiene a su novio, Danny (Edward Attenton), un joven doctor con quien se promete en matrimonio.
Hasta ese momento Sydney era feliz teniendo los distintos departamentos de su vida –trabajo, familia, amistad y amor- separados pero en el momento de comprometerse con Danny decide sincerarse y contarle su pertenencia al SD-6. Esta acción, tan aparentemente inocente, trae graves consecuencias puesto que el director del SD-6, Arvin Sloane, manda ejecutar a Danny como represalia y, de este modo, Syd descubre que el organismo para el que pensaba había estado trabajando hasta entonces contra los malos es en realidad uno de ellos. Ésta no es la única sorpresa que recibe Syd, cuando el agente guaperas Michael Vaughn (Michael Vartan) de la verdadera C.I.A –sí, ya tenemos el girl meets boy o viceversa- y su compañero Eric Weiss (Greg Grunberg) la convencen para que les ayude en su lucha contra el terrorismo destruyendo el SD-6 como agente doble descubre que lo hará con el apoyo de otro agente doble, Jack Bristow, su padre. ¡Y todo esto sólo en el episodio piloto!
A partir de este momento Syd no sólo tiene que seguir a las órdenes de Sloane, el asesino de su prometido (5), sino cerciorarse de que su colaboración con la C.I.A no es descubierta. Además Syd se ve obligada a mentir constantemente a sus amigos, tanto de fuera como de dentro del trabajo puesto que ya no tiene ninguna duda de que sus vidas correrían peligro. Por ello Syd insiste en que Will deje de investigar la muerte de Danny y por ello trabaja codo con codo con su compañero Dixon (Carl Lumbly), un honrado compatriota gran amigo suyo, en sus misiones para el SD-6 combatiendo la tentación de contarle para quién están trabajando realmente. Esta mentira causa situaciones angustiosas para Syd como en el episodio “Ajuste de cuentas” (“Reckoning”, 1.6) donde Dixon, sin saberlo y sin que Syd pueda evitarlo, hace saltar por los aires a todo un equipo de la C.I.A. Syd había inutilizado el sistema pero no sabía que Dixon tenía uno auxiliar para poder activar las cargas explosivas en caso de algún fallo.
Así pues, en toda la primera temporada vemos a Syd encontrando y duplicando miles de artilugios de Rambaldi, los originales para la C.I.A y las copias para el SD-6, a menudo en una estresante carrera contra Anna Espinosa (Gina Torres), agente de la competencia, el Directorio K, otro de los malos. Syd tiene la inestimable ayuda de Marshall (Kevin Weisman), otro compañero del SD-6 que ignora no trabajar para la C.I.A, cuyos inventos e inteligencia ya hubiese querido tener a su lado el mismísimo agente 007. De este modo, con esta caza y captura de robots, cajas irrompibles, cristales mágicos, papiros con predicciones en clave, relojes de arena, códigos numéricos (6), etc en la que están inmersos tanto los buenos como los malos Alias nos habla de una heroína de la que destaca no sólo su fortaleza y camaleónica belleza física sino también su carácter justiciero propio, por otra parte, de cualquier héroe que se precie. Syd hace suyo el lema tan americano de “proteger y servir” y, aunque le queda un largo camino por delante –el camino de las pruebas de todo héroe que diría Campbell- ya presenta las virtudes y aptitudes indispensables para llegar a buen término.
Todo acto de justicia implica un compromiso y Syd se compromete por completo y en exclusiva en su tarea de vencer y destruir el SD-6 anteponiéndolo a sus propios conflictos sentimentales y ansias de venganza aunque en ocasiones la fina línea entre el deber y la ética personal no es tan fácil de cruzar y le juega malas pasadas. Así pues, Syd duda en utilizar su amistad con la que considera su madre adoptiva, la dulce esposa de Sloane y enferma terminal Emily (Amy Irving) para acceder al libro de Rambaldi en “La profecía” (“The Prophecy”, 1.16) -y obtener la página 47 que dará mucho que hablar en la quinta y última temporada- y lamenta profundamente su secuestro y posterior muerte cuando Sloane los finge después de que la Alianza (¿quizá la misma con la que se enfrentaba Nikita, alias “Josephine” en LFN?) le exija ejecutar a Emily por haberle revelado la verdadera naturaleza del SD-6. Emily morirá definitivamente – si es que alguien muere definitivamente en Alias- más adelante a manos de Dixon.
También por su sentido del deber, aunque se está enamorando de Vaughn, Syd mantiene su relación con él en el plano platónico y más descubriendo que Laura Bristow, la madre a quien daba por muerta no lo está, en realidad se llama Irina Derevko (Lena Olin) y es la agente de la KGB que posiblemente asesinó a Bill Vaughn, el padre de su amado Michael, tocayo del no menos atractivo Michael Samuel (Roy Dupuis), instructor y amor de Nikita. Tenemos pues otra “coincidencia” entre ambas ficciones televisivas.
Esta asombrosa revelación –podríamos decir resucitación- de la madre muerta tiene lugar en el unexpected twist de final de temporada que supone el episodio “Casi 30 años” (“Almost Thirty Years”, 1.22) cuando Syd quiere conocer al jefe de Khasinau (Derrick O´Connor) -mano derecha de Sark (David Anders), el más “chaquetero” y socarrón de la serie- conocido por “El Hombre” y resulta que éste es “La Mujer”. De este modo con este típico cliffhanger se deja abierta la puerta a una segunda temporada donde entra en escena una nueva jugadora, una auténtica estratega reina del póker que, como señala Rafael Marín, es “una especie de Hannibal Lecter femenino que juega a ni se sabe cuántas barajas a la vez”(7).
Laura Bristow, ahora Irina Derevko, la madre biológica de Syd ha resucitado. Emily, su “madre adoptiva”, aparentemente ha fallecido. Pero ahora, iniciando la segunda temporada, Syd tiene alguien más con quien ser ella misma puesto que en “Entre el enemigo” (“The Enemy Walks In”, 2.1) descubre su doble y verdadera identidad y la de su padre ante su amigo Will tras haberle salvado de las garras de Sark en París en “El reencuentro” (“Rendezvous”, 1.21).
Esta segunda temporada se caracteriza no sólo por la lucha de Syd y la C.I.A. contra el SD-6 sino, sobretodo, por el aumento del carácter personal y de tragedia griega de la serie centrado en el personaje de Syd que se encuentra entre dos frentes igual de inquietantes y castradores, el de su padre y el de su madre. Syd inicia ya conscientemente un viaje al interior de su ser, un viaje de descubrimiento de sus orígenes y su naturaleza cuestionándose el porqué de tantas mentiras y falsas apariencias. Syd duda sobre en quién confiar, su padre le había ocultado que su madre era una agente de la KGB que se casó con él siguiendo las órdenes de Alexander Khasinau. En “El indicador” (“The indicador”, 2.5) se plantea si su reclutamiento por parte del SD-6 y su habilidad con las armas y el entrenamiento físico y mental para ser agente es realmente casual puesto que descubre, al igual que hiciera Nikita en la Sección 1, un proyecto, el Proyecto Christmas, desarrollado por su padre Jack para adiestrar militarmente a futuros espías americanos desde su más tierna infancia. Su madre, quien bajo el alias de “El Hombre” había liderado el Directorio K, es detenida pero llega a un acuerdo con la C.I.A por el que obtiene mejores condiciones de arresto a cambio de información y de colaboración directa como agente en ocasiones para destruir La Alianza, de modo que tanto Syd como Jack deben trabajar y “confiar” en Irina aparentando ser una familia unida y feliz en episodios como “El pasadizo I y II” (“Passage I & II”, 2.8 & 2.9).
No son sólo los lazos familiares los que complican la vida de Syd, sino también los amistosos y laborales puesto que todo su entorno se enreda de maneras insospechadas. Aunque por fin llega la esperada destrucción de la sede del SD-6 y Syd y Vaughn pueden estar juntos, Sloane y Sark logran escapar y seguir dando la lata como seguidores fanáticos de Rambaldi junto con Irina quien también escapa aunque no se sabe con qué intenciones ni de qué bando está.
Tras el desmantelamiento del SD-6, Syd decide seguir trabajando para la Agencia de Inteligencia donde, tras unas exhaustivas pruebas y estudios se incorporan también Marshall y Dixon, pero todos ellos se sienten amenazados y observados. Tras celebrar la bienvenida de Dixon a la C.I.A en una cena en “Juego Final” (“Endgame”, 2.19, 8), Dixon se despide de su esposa Diane (Ivonne Farrow) que vuela por los aires al subir a su todoterreno. Siguiendo con el lema de que las apariencias engañan y de que lo más aterrador es tener el mal dentro de casa, en el ámbito de lo seguro y familiar, el espectador descubre que el intruso malefactor en esta tragedia es Allison (Merrin Dungey) la doble de Francie –o replicante, si queremos utilizar un término más a lo Blade Runner (Blade Runner, 1982)– la verdadera había sido asesinada y suplantada en “Fase Uno” (“Phase One”, 2.13) -. Finalmente Syd desenmascara a Allison gracias a que conoce los gustos gastronómicos de Francie en lo que a helados se refiere en “La revelación” (“The Telling”, 2.22) y ambas mantienen una dura batalla a puñetazo y patada limpia hasta caer y quedarse sin conocimiento.
Cuando todo parece condenado a terminar, invéntate un tempus fugit de lo más paranormal. Un enigma planteado de la manera más desordenada y oscura posible para que se tenga que dar el mayor número de lametazos posible hasta el centro de la piruleta. Siguiendo este lema al más puro estilo Chris Carter, en la tercera temporada de Alias, en una vuelta de tuerca más, J.J. Abrams y su equipo optan por crear un trío amoroso como hicieran en su momento los guionistas de Doctor en Alaska (Northern Exposure) cuando la pareja protagonista Joel Fleischman (Rob Morrow) y Maggie O´Connell (Janine Turner) ya se habían acostado. En ese caso crearon al abogado y ferviente ecologista alérgico a todo Mike Monroe (Anthony Edwards), que llegaba a Cicely, Alaska con la esperanza de curarse del, según Joel, imaginario Síndrome Químico Múltiple, a la vez que hacían que Maggie padeciese una amnesia que borraba cualquier suceso romántico y/o sexual con Joel y se adjudicase todo al Viento del Cojo.
En el caso de Alias encontramos una Syd que se despierta confusa en Hong Kong y telefonea a Vaughn en busca de ayuda. Éste, para su sorpresa, le cuenta hechos tan insólitos como que ella fue dada por muerta dos años atrás, que él está casado con Lauren Reed (Melissa George), miembro del Consejo de Seguridad Nacional e hija del Senador Reed (Raymond J.Barry), que Sloane se ha reinsertado en la sociedad e incluso ha sido propuesto para el Premio Nobel de la Paz puesto que tuvo una visión en el Tibet gracias a Rambaldi y ha decidido hacer el amor y no la guerra… En definitiva, que Alias da unos cuantos pasos atrás y entra en otra dimensión. Para seguir adelante, hemos de hacer como Syd, aceptar la convención, el pacto ficcional que diría Eco, suspender nuestra incredulidad y empezar a buscar respuestas, no sólo sobre nuestra heroína –la batalla contra la amnesia y la paranoica búsqueda de la propia identidad- sino también sobre los demás.
A medida que avanzamos las vamos encontrando y descubrimos que el esquema no es tan distinto de las anteriores temporadas como parecía a simple vista. La lucha de la C.I.A ahora es contra El Pacto liderado por Sark. Aparentemente Sloane colabora en la lucha pero en realidad busca, como todos, hallar a Nadia Santos (Mia Maestro), “El Pasajero” de “La Profecía”, la hija que tuvo de su relación con Irina Derevko y que tiene la clave para resolver el misterio de Rambaldi. Tras descubrir la existencia de esta hermanastra que disipa sus sospechas de que Sloane fuese su padre (9), Syd hace lo posible para protegerla de él, rescatándola primero de la cárcel donde estaba presa en “Lazos de Sangre” (“Blood Ties”, 3.20) y después de la camilla donde Sloane la mantiene drogada y en estado comatoso para escribir la ecuación de Rambaldi que guardaba celosamente su inconsciente. Proteger a “El Pasajero” es algo que en el pasado estuvo en manos de Bill Vaughn, el padre de Michael Vaughn, un seguidor de Rambaldi que protegía a la niña que podía ser una amenaza para “La Elegida”, quien todo indica es la propia Syd, de los componentes de Profeta 5 hasta que fue asesinado, aparentemente, por Irina Derevko. Aparentemente porque existe la sospecha de que su verdadera asesina fue Katya Derevko (Isabella Rossellini), hermana de Irina y ocasional amante de Jack. En todo culebrón que se precie no puede faltar el affair con la cuñada.
Syd está cada vez más unida y reconciliada con su padre, sobretodo después de conocer a su desconcertante madre y de sentirse abandonada por Vaughn. Jack la protege del Director Kendall (Terry O´Quinn, 10) quien quiere incluso usar técnicas experimentales que pueden poner en peligro la salud de Syd para descubrir los últimos dos años de su vida, y con su ayuda Syd descubre que durante ese tiempo estuvo trabajando como ¿asesina a sueldo? bajo el alias de Julia Thorne y parece ser que mató al diplomático ruso Lazarey (Mark Brahmall), descendiente de la familia real Romanov y padre de Sark. Aunque el espectador hubiese perdonado que Syd hubiese tenido un pasado oscuro –por aquello de la identificación con la protagonista y la fe en su bondad- finalmente resulta que en realidad Syd ayudaba a Lazarey a fingir su muerte. El topo y traidor del propio círculo es la “rubia angelical” Lauren quien asesinó a Lazarey ejecutando órdenes de Sark, su amante, más interesado en obtener los 800 millones de su herencia que en el bienestar de su padre. Con este dinero Sark financia El Pacto para quien Lauren trabaja junto a su madre, Olivia Reed (Peggy Lipton), quien no duda en ejecutar a su marido para proteger a su hija cuando está a punto de ser descubierta por la C.I.A. y, sobretodo, abandonada por Vaughn quien sigue enamorado de Syd.
Igual que con Syd e Irina, con Olivia y Lauren se demuestra que las auténticas énfant terrible no son las hijas sino las mamma. Las nuevas generaciones tienen más alma que las anteriores fruto de la Guerra Fría puesto que las madres son muchísimo más despiadadas. En “Instinto Maternal” (“Maternal Instinct”, 5.11) Irina llega a confesarle a Syd que escogió ser una buena agente en lugar de ser una buena madre. Para seguir boicoteando a la C.I.A. Lauren necesita seguir casada con Vaughn y, una manera de mantenerle a su lado, es mostrarse débil y necesitada de afecto ante él, quien siempre hace lo correcto. Así Sark le sugiere a Lauren quedarse huérfana como Alice, la anterior novia de Vaughn, y libre de sospecha. Ante el encargo de matar a su propio padre inculpándole de todo lo que la C.I.A. tiene en contra de ella, Lauren titubea y se muestra débil, una persona con sentimientos, y es su madre quien finalmente ejecuta las órdenes de El Pacto.
Este sucio ardid soluciona los problemas de Lauren sólo a corto plazo porque logra que Vaughn se eche atrás en su decisión de dejarla pero no evita que finalmente la C.I.A. descubra su traición. Vaughn se venga de sus mentiras y de haber sido torturado por ella y Sark matándola cuando Lauren lucha contra Syd en “Resurrección” (“Resurrection”, 3.22). Esta venganza marca un cambio en Vaughn que no logra sentirse en paz consigo mismo y sigue sintiéndose traicionado por una mujer que ya está muerta y contra la que nada puede hacer.
La cuarta temporada, a pesar de incorporar a profesionales de la talla de Jeff Melvoin en el equipo de guionistas, es una de las más flojas de Alias sin duda porque a estas alturas y tras tantos enredos familiares el chicle ya está muy mascado –por mucho que le laven la cara cambiando la estética de la producción del azul y negro al rojo y blanco, colores de AXN por cierto, el canal que la emite, y cambien los créditos que pasan a ser un video clip homenaje al costume designer de la serie, un toque fashion y cool más acorde con las series frívolas que solía producir el recientemente fallecido Midas, Aaron Spelling- y ya casi todo está a un paso de resolverse. Con Lauren fuera de combate Syd y Vaughn ya pueden estar juntos de nuevo. Con El Pacto desmantelado y “El Pasajero” a salvo todo puede ya darse por finalizado pero claro, nadie quiere terminar con la gallina de los huevos de oro y la industria televisiva norteamericana sigue la norma FTM, es decir, Follow The Money. Así que Alias no puede terminarse y debe haber no una sino dos temporadas más en las que sistemáticamente se introducen episodios episódicos, valga la redundancia, que aparcan deliberadamente la trama seriada, el arco argumental de la historia de Rambaldi y demás, para rellenar y, porqué no decirlo, perder el tiempo de todos nosotros.
Las series de J.J.Abrams suelen experimentar esta pérdida de fuelle, no sé sabe si por falta de talento para mantener el nivel e interés del espectador o por falta de interés propio en hacerlo. J.J.Abrams dejó a un lado Alias para centrarse en una excelente primera temporada de Perdidos (Lost) que también dejó a un lado para centrarse en la tercera entrega de un megapublicitado proyecto cinematográfico producido por Tom Cruise lo que muchos dicen fue la causa de que la segunda temporada de Perdidos sea infumable, los personajes y las tramas estén dispersos y sin rumbo. La excitante concentración ha dado paso al tedio, a una dilatación del aburrimiento que no suspense. Por mucho que los fans la defiendan basándose en lecturas simbólicas y afirmando que “todo está en los detalles”, lo cierto es que el empezar in media res en un espacio aislado con un Mal abstracto denominado Los Otros dejaba como una de las pocas salidas los flash back cuyas opciones el tiempo se ha encargado de demostrar que son limitadas. El planteamiento prometía mucho, pero no han sabido mantenerlo y han traicionado la propia esencia de la serie cuya gracia, quizá, era tener una esperanza de vida limitada.
Pero opiniones personales sobre Perdidos aparte, lo cierto es que Alias tiene una cuarta y hasta una quinta temporada, ésta sólo preestrenada en AXN pero cuyo contenido puede fácilmente consultarse en la red (11). En la primera de ellas se supone que Vaughn y Syd están hartos de sus respectivas vidas como agentes secretos y amantes así que dejan la C.I.A y deciden no volver a implicarse románticamente para, acto seguido, empezar a trabajar en la A.P.O (Authorized Personnel Only), una organización secreta de la C.I.A. junto con -Oh, sorpresa!- Jack, Dixon, Marshall, Weiss e, incluso, Sloane y volver a liarse en las sábanas.
Un artículo del Entertainment Weekly afirma que J.J.Abrams justifica el continuo reciclaje de Sloane alegando que en la vida real las agencias gubernamentales suelen pactar con individuos de esta calaña. El único nuevo fichaje de la A.P.O. es Nadia, que pasa de ser una “Pasajera” desvalida a una superagente de lo más eficaz y dura reciclando su entrenamiento como ex agente de la Inteligencia Argentina y de una hija víctima del fanatismo de su padre a hija devota adorada por Sloane quien vuelve al buen camino por ella… Sloane siempre parece tener dos caras (por no decir infinitas); la de malvado obsesionado con la poción de la inmortalidad prometida por Rambaldi y la de iluminado en estado zen que está por encima del Bien y del Mal y sólo quiere la paz para todo el mundo. Esta dualidad de Sloane con la que constantemente se juega a confundir al espectador alcanza niveles extremos al entrarse en el género de lo fantástico con el desdoblamiento al más puro estilo Jekyll & Hyde que representa la aparición de su doble Ned Borges (Joel Grey, ¡con un sorprendente parecido a Rifkin!) en “Otro Señor Sloane”(“Another Mister Sloane”, 4.16) cuya persecución nos descubre la breve existencia de otra hija de Sloane, esta vez con Emily, la fallecida Jacqueline.
En fin, después de todo esto no debe extrañarnos que Jack y Syd escondan a Nadia que Jack mató a su madre Irina porque ésta había ordenado ejecutar a Syd, para más adelante descubrir que los guionistas nos escondían a nosotros que en realidad Elena (Sonia Braga), la otra malísima hermana de Irina, la había clonado por lo que Jack en realidad no mató a su ex mujer (¿se divorciaron algún día o con tantas veces que Irina ha muerto Jack ha podido pedir la anulación del matrimonio o sido declarado legalmente viudo?) ni ésta quiso eliminar a su propia hija, sino que es rehén de su hermana quien es la traidora y fan número 1 de Rambaldi, es decir, la Mala Malísima. Como dice la propia Sonia Braga, Elena es la típica devil woman de cualquier cómic (12) aunque no tiene ni el glamour de Angela Channing (Jane Wyman) ni es tan lagarta como Diana (Jane Badler) ¡Ay, aquellos maravillosos 80!
Por mucho que todos luchen contra ello “La Profecía” termina cumpliéndose y “La Pasajera” (Nadia) y “La Elegida” (Syd) se enfrentan a muerte. El malvado comportamiento de Nadia contra nuestra queridísima heroína, hermanastra suya, se justifica con que Nadia está infectada de un virus incurable y no es ella misma sino una suerte de zombie pero ello no evita que Syd deba defenderse con todas sus fuerzas contra ella ante las preocupadas miradas de sus progenitores. Vaya cuadro familiar el de Irina, Jack y Sloane, todos ellos resucitados en algún que otro momento, viendo a sus dos retoños pelearse con esa crudeza. Finalmente hay Happy End para los seguidores de Syd porque ésta vence a su hermanastra con la inesperada ayuda de Sloane que dispara a Nadia pero no la mata, cosa que únicamente sirve para que durante toda la quinta temporada Nadia esté en coma y los componentes de Profeta 5 chantajeen a Sloane con un posible antídoto.
En la quinta y, gracias a Rambaldi, Dios de la cosmología de Alias, última temporada se incorpora a la ficción el real estado de buena esperanza de la actriz Jennifer Garner (13). Pero el estar embarazadísima no quita que Syd siga batallando de misión en misión y haciendo kilómetros en avión de punta a punta del globo terráqueo mientras su amantísimo Michael Vaughn, ahora alias André Micheaux –o André Micheaux alias Michael Vaughn, no me ha quedado del todo claro, ¡quién no se pierde con tanto lío!- finge su muerte y se esconde como monje porque pobrecito él, los componentes de Profeta 5 que mataron a su padre quieren terminar también con él y su aliada, Renné Rienne (Élodie Bouchez, ganadora de dos Premios César por sus interpretaciones en Les rouseaux sauvages, 1994 y La vie rêvée des anges, 1998).
Sin entrar en detalles -no quisiera aburrir ni perderme más de lo que estoy-, ni en la simbología del número 5 que parece determinar esta quinta temporada donde los malos son el Profeta 5, lo que viene a contarse a lo largo de los últimos 17 episodios es que -y quien no quiera saberlo que no siga leyendo- por un lado Sloane lucha para que Nadia despierte del coma y Syd lucha para destruir a quienes creen han matado a su futuro marido y padre de su hija. Entre medias hay mil y un enredos y, cómo no, reapariciones de Irina y Will –que ya no sorprenden- y de Anna Espinosa, aquella negrita con tan mala hostia del Directorio K – ¡esto sí es una sorpresa!-.
Sloane obtiene el antídoto para despertar a su hijita pero de poco le sirve puesto que Nadia despierta y muere en un mismo episodio, “30 segundos” (“30 seconds”, 5.13) después de quemar la otra vez robada página 47 del manuscrito de Rambaldi que tiene su padre y que demuestra su traición a los buenos. Por esta página Will había sido capturado por Anna Espinosa, ahora miembro de Profeta 5, y tenido una bomba implantada en su cabeza, excusa que le sirve a Anna para lograr ADN de Syd, que acude con bombo incluido al rescate de su amigo. Con este ADN Anna se “metamorfosea” en Syd y logra acercarse al escondido Vaughn aunque la verdadera Syd vuelve a salvar la vida de su amado. En un giro ya tirabuzón, Syd se hace pasar por Anna haciéndose pasar por ella misma y logra desmantelar todo el proyecto de Profeta 5. Finalmente en “Todo el tiempo del mundo” (“All the Time in the World”, 5.17) Sloane “muere” y dos veces… Primero al caer en la tumba de Rambaldi por un disparo de Syd pero el contenido de la tumba, un extraño líquido rojo (color protagonista desde la cuarta temporada), le hace inmortal. Después es enterrado vivo bajo los escombros de una cueva donde se le aparece el fantasma de Nadia para decirle que allí pasará toda la eternidad. Sloane sonríe creyendo que estará en su compañía pero Nadia le abandona y Sloane se queda en la más absoluta oscuridad y soledad.
El encierro de Sloane por toda la eternidad, la muerte –esperemos que definitiva- de Irina a manos de Syd permiten que Vaughn salga a la luz y conozca a Isabelle, su hija recién nacida. Siete años después todos parecen felices, la única sombra que se proyecta sobre ellos es que Sark está en paradero desconocido… Aunque el hecho de que la pequeña “Izzie” (Julia di Angelo) monte con sorprendente facilidad los cubos del Proyecto Christmas nos pronostican -¿o amenazan?- una digna heredera de “La Profecía”.
Bibliografía:
(1) Antena 3 la emite dentro del programa Megatrix y el próximo mes de agosto la rescatará TM3 Telemadrid de 11 a 12:30 h.
(2) El árbol genealógico de Alias es sumamente complicado pero hay webs donde pueden encontrarse buenas guías y fichas sobre los personajes como http://www.neloo.com/alias/people.html o http://abc.go.com/primetime/alias/profiles/cia_vaughn.html. En el esquema adjunto hay un sencillo árbol que pretende aclarar las distintas relaciones entre los personajes principales.
(3) Elogios traducidos en numerosos premios. Cuatro premios Emmy y 30 nominaciones, además de un Globo de Oro y 4 nominaciones, avalan el prestigio y la calidad de la serie que alcanza su quinta temporada en emisión en el prime time de Estados Unidos.
(4) Prime Time. Las mejores series de TV Americanas de C.S.I. a Los Soprano por Concepción Cascajosa. Madrid, 2005. Calamar Ediciones.
(5) Syd considera que el asesino de Danny es Sloane y perdona a Shepard (John Hannah), el agente que realmente le asesinó ejecutando órdenes y a quien Syd conoce en el episodio “Daltónico” (“Color-Blind”) (1.7).
(6) Parece que a J.J.Abrams le gusta jugar con la simbología de los números. Así en Alias encontramos la reiterada aparición del número 47 como bien se señala en http://www.mundoplus.tv/zonaseries/guias/alias.php y en Perdidos (Lost), su última criatura televisiva, los supervivientes de la isla ven sus vidas constantemente marcadas por la serie numérica; 4-8-15-16-23-42, números que hicieron ganador de la lotería a Hurley (Jorge García), que Locke (Ferry O´Quinn) teclea en el ordenador cada 108 minutos, que aparecen en los papeles que Sayid (Naveen Andrews) roba a Rousseau (Mira Furlan), etc. En http://thelostnumbers.blogspot.com/ se recopilan las veces que aparecen estos números en la serie aunque sin revelar su significado. Como anécdota decir que en el episodio “Lockdown” (2.17) justo en el momento en que se cierran las compuertas sorprendiendo a Locke el reloj marca el 47, número estrella de Alias.
(7) “Alias: las espías también lloran” por Rafael Marín. www.noticias.com. 30 Marzo 2005. http://www.noticias.com/articulo/30-03-2005/rafael-marin/alias-espias-tambien-lloran-4fjk.html
(8) En La Femme Nikita también había un episodio titulado así.
(9) Nikita también es indulgente con Operations y no acepta el acuerdo con George de terminar con su vida por mucho odio que le tenga porque sospecha que puede ser su padre. Mejor dejar a un lado ya los apuntes comparativos entre ambas series televisivas porque finalmente resultará que Nikita y Sydney son primas hermanas, una de la rama vikinga de la familia y otra de la nativa americana. O igual son la misma espía con distinto look…
(10) Terry O´Quinn es uno de los actores fetiche de J.J.Abrams puesto que después de ser el Director Kendall durante toda la 3ª temporada de Alias, interpreta a Locke en Perdidos (Lost), la última serie de J.J.Abrams. Éste no es el único guiño entre ambas series puesto que el piloto del avión estrellado en la isla está interpretado, aunque sea brevemente, por Greg Grunberg, el agente Eric Weiss de la C.I.A y mejor amigo de Vaughn.
(11) Si quiere saberse el contenido de la quinta y última temporada de Alias pueden consultarse páginas web como www.alias-tv.com
(12) “Sibling Rivalry” en Alias Magazine. Julio-Agosto 2005. http://lenaolin.net/articles.html
(13) Con Jennifer Garner embarazada y su decisión de no rodar una sexta temporada de la serie, se especuló sobre la posibilidad de continuarla sin ella poniendo como protagonista a Rachel Gibson (Rachel Nichols), una joven espía que Syd entrena en la quinta temporada. Pero finalmente se optó por finalizar Alias con Syd como protagonista y de momento no se tiene noticia de que se tenga prevista ninguna spin off o secuela.
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